No me parece justo dejarlo así como así sin avisarte.
Por el momento y no sé durante cuánto tiempo más, no escribiré.
Seguiremos por línea privada.
S. Menor acaba de tener su segunda caída de diente de leche, empezó por abajo y ya se le escapa la "s".
Con el primer diente todo normal digamos, lo que le pasa a la mayoría de los chicos, un poco de sangre, mezcla de susto y alegría, ponerlo debajo de la almohada y recibir el dinero que irá a parar en golosinas.
El segundo diente fue extraviado en medio del almuerzo, después de buscar en el mantel y de andar de cuatro patas todos, llegamos a la conclusión de que se lo había tragado.
Esa noche, mientras nos disponíamos a dejar el billete correspondiente, encontramos una nota que decía:
RATÓN PERES YA SE QUE SOS MI PAPÁ
ME TRAGUE EL DIENTE
¿ME BAS A DEJAR PLATA?
¿SI O NO?
No sé si es la mejor manera de perder la ingenuidad, la nuestra digo, la de los padres.
La notita que antecede a estas palabras llegaron en forma de avioncito de papel por la ventana donde S. Mayor estudiaba para un parcial. Léase el énfasis en la C intermedia de cactus ya que el que escribe estuvo equivocado toda su vida diciendo caPtus, cosa que ella le corrigió con mucha socarronería y que él amenazó, la pagaría con creces.
Ella vive sola en un depa monono, en una zona monona cerca de la universidad. El lugar viene a ser una especie de conventillo, pero fashion.
Nico, Nicolás le secuestró la única planta que ella cuida con celo regalo de su padre de auxilio.
Estoy preocupada porque aún no podemos pagar el rescate.
Acá te dejo la evidencia gráfica, no sé cómo a esta altura de la vida puedan estar pasando estas cosas, ya nadie está seguro.
Entrada programada para la hora exacta en que S. Mayor salió de mí.
-A las nueve en punto (dijo una de las enfermeras).
Mientras, el médico llamaba refuerzos porque la cosa no estaba bien, después de luchar conmigo (o contra mí) al fin pude conocerla.
Un bodoque blanco que se chupaba las manos porque ya tenía hambre. Si hago un poco de esfuerzo puedo recordar su aroma a pesar de los distantes veinte años que separan ese momento del la fecha de hoy, exactos veinte años.
Tantas cosas hemos pasado juntas, algunas propias de la relación que no eran dulces precisamente, pero quien diga que está todo bien siempre, miente.
Ella tiene defectos, pero sus virtudes los opacan.
Ella siempre fue mi compañera, mi eje, mi norte, mi consejera y un regalo para aprender a vivir.
¡Feliz cumple hija!