Hace algunas entradas, tengo dificultades para poner un título, porque es como una pretensión de micro cuento, no sé pero me suena a eso pero estoy carente de idea para colocar el resumen de la entrada.
Creo que ya estoy empezando a darme cuenta por dónde viene la mano de lo grosso que se viene y se trata de mí, de cambios que tengo que hacer pero no de cambios tangibles sino más bien de mi cabeza, mi conducta, la manera en que hago ciertas cosas.
Una especie de auto-yo se está gestando y es que no puedo seguir así, cuando se trata de hacer algo por alguien, dentro de mi alcance, lo hago pero cuando se trata de mí, no...lo dejo todo para lunes que nunca llegan y así es que tengo cuarenta años y la salud, desmejorada...volví a fumar, tengo muchos kilos de más.
El sedentarismo al que me acostumbré deberá ser alejado pero ¿cómo?
Acá es donde el famoso "yo puedo sola" será eliminado para siempre de mi vocabulario, la realidad es que no puedo sola, necesito alguien que me ayude con algunas cosas que, evidentemente no manejo sola.
Estuve evaluando estos días de reposo obligado, empezar terapia, hacerme los chequeos que tengo pendientes de mayo y dejarme de joder.
S. Menor está en la etapa del descubrimiento de la muerte y la idea de ausencia absoluta, de que todo tiene un fin, le pegó mal. Me recuerda a los tiempos atroces que viví cuando también me pasó lo mismo en mi preadolescencia, era un sufrimiento sordo, no sentía la capacidad de verbalizarlo porque temía que dijeran que estaba loca, así es como me ligué algunos transtornos que es tema para otra entrada.
La cosa es que no sé cómo manejarlo, me sale sólo abrazarla fuerte mientras llora que no quiere que me muera nunca, le cuento del brillo de las estrellas, de que todo en el universo nace, vive y se muere, hasta ahí. Le digo que es normal lo que le pasa, eso siempre la consuela, cuando está atribulada por algo pregunta -¿A vos alguna vez te pasó que....?
Por otro lado S. Mayor y yo, es un tema para otra entrada, en este momento no tengo fuerzas para analizarlo pero está siendo muy duro, a cada diferencia me trae recuerdos ingratos de los momentos feos entre mi abuela y mi mamá.
Estoy nuevamente en casa, se cumplieron los cinco días de reposo en casa de Él, me cuidó cual bebé pero ya quería volverme.
No tenía para el taxi así que nos vinimos en colectivo, a pesar de hacerlo lentamente, igual se resintió la pata así que volví a vendarme (para el ojete) y alcé la pata, pero había que proveer la heladera, cocinar y lavar platos-ropa, cosas que no pueden esperar si tenés una niña de nueve años viviendo con vos que también está constantemente preguntándote si estás bien y si necesitás algo.
Le pongo la mejor cara y hago como que es mucho menos de lo que duele, ahí la voy llevando.
Por ahora sigo atrapada por mi descubrimiento de Roberto Bolaños e intercalo con algo de tejido, espectáculos de Les Luthiers en dvd, mucho tereré que ya empezó el calor de mierda de estos lares.